domingo, 1 de enero de 2017

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Hoy he visto fotografías antiguas de familiares, en blanco y negro, de mis tatarabuelos y de muchas personas que no llegué a conocer y que ya no están. Y no sé, pero he sentido una tristeza tan profunda, no de dolor si no de pensar, en realidad, ¿ Qué hacemos aquí ? ¿ Tiene sentido algo de esto ? Por un lado prefiero pensar que sí. Siento el sol de frente en los ojos y pienso, soy afortunada, aún puedo vivirlo, estoy aquí. Pero hay momentos en los que me siento tan mal pensando en todo el sufrimiento que he causado a los demás, a mí misma, y muchas veces inútilmente, sin necesidad, me digo, ¿ Mereceré la vida ?

Porque siento que no la estoy aprovechando, como si estuviese no sé. Siempre estoy perdida, quiero que las cosas cambien ya o ocurran inmediatamente y sé que el proceso es lento, y a veces no lo acepto y entro en una espiral del que contiguamente estoy saliendo, convenciéndome a mí misma día tras día que la felicidad está cerca. 

De verás que a veces me gustaría no tener consciencia, no haber nacido, no tener esta incertidumbre, no sentir ese dolor tan atroz que me viene a veces, no haber conocido este mundo.
Y otras en las que pienso que vale la pena. Que realmente ha valido la pena, porque no todo ha sido ni es malo.

Total que soy, una minúscula capa de piel que vive lo que hace cientos, miles de años han vivido otras personas como yo. Exactamente lo mismo pero con ciertas diferencias.

¿ Qué hay de especial ? ¿ Tengo que cumplir alguna misión ? ¿ Qué debo sentir, qué debo hacer, cual es el camino correcto ?

1 comentario:

  1. ¿Que cuál es el camino correcto? ¡El tuyo! Solo el tuyo.
    ¿Que si mereces la vida? Ese juicio solo es tuyo; pero no puedes hacerlo ahora, te falta mucho por recorrer. No sé si has visto Salvar al soldado Ryan, pero al final de la película, cuando Ryan acude al cementerio a llorar la muerte de aquel que dio su vida en la misión de salvarle, se hace esa misma pregunta: si su vida ha sido digna para merecer que el (y parte de su equipo) muriese en la misión de salvarle. Y esa es la pregunta que todos podemos hacernos, con mayor o menor intensidad: si nuestra vida merece el sacrificio de todos los que nos precedieron; de todos los que conquistaron los derechos de los que disfrutamos, de todos los que pasaron hambre y combatieron en guerras para que vivamos en paz, de las madres y abuelas que se dedicaron exclusivamente a cuidar de sus familias, de los padres que se sacrifican para llevar un sueldo a sus casas… y un larguísimo etcétera.
    El ser conscientes de esas realidades se nos hace angustioso y pesado, pero al mismo tiempo es la única forma de darnos cuenta de que nuestra individualidad es falsa, que no nos pertenecemos en exclusiva, que somos trozos de muchos otros. En Las palmeras salvajes de Faulkner, al protagonista se le presenta la diatriba de acabar con su vida, pues no le queda nada en el mundo; y él decide continuar, aun encerrado en una prisión, porque es el único testimonio vivo de la persona que amaba y de la historia de amor que con ella vivió. Si desaparecía, todo concluiría y no quedaría ni el recuerdo. “Entre la pena y la nada elijo la pena”, sentencia.
    Yo creo que ahí radica el gran reto: el hacernos conscientes de que no nos pertenecemos y, al mismo tiempo, sin hundirnos, paralizados, por la responsabilidad, y como forma de honrar esa pesada mochila que cargamos sobre los hombros día tras día, hacernos dignos de ello. Y solo jugando nuestra mejor versión, que es todo lo que podemos ofrecer en este limitado mundo, podemos honrar su sacrificio y darle un sentido, una razón de ser. ¿Qué más se nos puede pedir?
    Cede la libertad al ponerla en contraste con el gran engranaje de la vida, porque si ellos se sacrificaron por nosotros, a nosotros nos toca sacrificarnos por los que vengan, y a nosotros nos corresponde el dejarles un mundo mejor del que encontramos. Porque fueron somos, porque somos serán. Una tarea difícil en un mundo empeñado en mirarse el ombligo, como si solo viviera para sí.
    Un abrazo Ana. ¡Hazte digna de tu vida!

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