sábado, 5 de diciembre de 2015

He olvidado muchas cosas,de algunas conservo la sensación del instante y de otras,absolutamente todo,las palabras o la imagen a la perfección de lo que había a mí alrededor,plenamente consciente de lo que estaba haciendo. Recuerdo la primera vez que me até los zapatos sola,fue en el patio del colegio, mis dedos ahora están imitando como entrelazaba los cordones con los otros.También cuando estuve toda una tarde aprendiendo a montar en bici hasta que al final salí del garaje ante su atenta mirada.

A un par de metros me caí y vinieron dos señoras a ayudarme preguntando si estaba bien. Lancé una mirada a lo lejos,sus mejillas rosadas.Cuando yo tenía ochos años, murió, y aún con veintiséis hablar o mencionar ni siquiera algo de sus costumbres es inevitable echarme a llorar. No pude despedirme de él,me habría gustado decirle que le quería,darle un abrazo. Simplemente no hubo posibilidad. La llamada de teléfono,los rostros serios y cansados,el sonido de algún portazo debido al dolor. De qué forma lo recordamos,como si ahora mismo lo estuviésemos viviendo. ¿Por qué? A veces ya ni siquiera me lo pregunto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario