sábado, 29 de septiembre de 2018

Aprendiendo a relativizar. 8:33.

Anoche cuando salí de una conferencia, justo a las ocho y cuarto se encendieron las luces, cuando subí por la escalera de piedras, de estas antiguas de muchos pueblos en el que te despierta una cierta nostalgia de otro tiempo me quedé varada cual mamífero en la orilla, me quedé mirando una farola que se se cernia sobre mi cabeza. Sentí que envejecía, que los sueños y todas las vidas que quise vivir hace muchos años se desvanecían para dejar paso a la realidad. Veo a niños recién nacidos o a adolescentes y no puedo evitar pensar qué hubiera sido de mi vida si mi carácter hubiera sido otro, si hubiera tomado otras decisiones, si mi forma de sentir mi entorno hubiera sido más frío y racional y no tan emocional. Muchas veces siento tantas cosas que no sé cómo canalizarlas  o quiero escribir y no lo hago porque me bloqueo y me viene la frustración.Me arrepiento de haber callado muchas humillaciones que me han provocado secuelas con el tiempo,de permitirlo. Y de haber hecho sufrir también con mis decisiones. En todo caso siempre me he mantenido firme, las veces que he sido como abandonada ha ocurrido porque tengo personalidad y nunca me ha gustado que me manipularan o influyeran en mí por el mero hecho de estar integrada dentro de un grupo y no estar sola.

Pienso que es  importante saber que eres un individuo, cada uno somos como somos, y no deben influenciarte más de lo que debería las decisiones, el comportamiento y el pensamiento de los demás.

La cuestión no es repudiar al mundo, construirte una cabaña en un bosque y y adiós civilización. Aunque la verdad, esta idea es tentadora y la he tenido alguna vez al ver tantas injusticias, ineptitud y la poca tolerancia y comprensión que hay.

Lo que quiero decir es que aunque formemos parte de una sociedad, de un grupo de amigos, de una familia, lo que sea. Nunca debemos perder nuestra esencia, nuestras ideas, nuestros sentimientos y la forma de nuestra alma.  Yo estoy aprendiendo a aceptar por fin mis defectos y mis virtudes y a ser honesta y conscuente con mis pensamientos y mis actos. Y también a saber las consecuencias que tiene y tendrá ser quién soy.

Pero ya no me asusta, ya no tengo ese pánico, ya no. Quizá otras cosas externas, seguro, pero a lo que soy no.

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