He olvidado muchas cosas,de algunas conservo la sensación del
instante y de otras,absolutamente todo,las palabras o la imagen a la
perfección de lo que había a mí alrededor,plenamente consciente de lo
que estaba haciendo. Recuerdo la primera vez que me até los zapatos
sola,fue en el patio del colegio, mis dedos ahora están imitando como
entrelazaba los cordones con los otros.También cuando estuve toda una
tarde aprendiendo a montar en bici hasta que al final salí del garaje
ante su atenta mirada.
A un par de metros me caí y
vinieron dos señoras a ayudarme preguntando si estaba bien. Lancé una
mirada a lo lejos,sus mejillas rosadas.Cuando yo tenía ochos años,
murió, y aún con veintiséis hablar o mencionar ni siquiera algo de sus
costumbres es inevitable echarme a llorar. No pude despedirme de él,me
habría gustado decirle que le quería,darle un abrazo. Simplemente no
hubo posibilidad. La llamada de teléfono,los rostros serios y
cansados,el sonido de algún portazo debido al dolor. De qué forma lo
recordamos,como si ahora mismo lo estuviésemos viviendo. ¿Por qué? A
veces ya ni siquiera me lo pregunto.
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